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Mi enojo por no tener la vida perfecta

Actualizado: 9 dic 2021

Crecí en una familia en la que la disciplina tiene un valor alto.

Esta cualidad me ha ayudado a obtener logros -personales y profesionales- y les agradezco profundamente a mis padres que me hayan inculcado esta fortaleza... pero hoy te quiero hablar de la otra cara de la moneda de esta cualidad cuando no se usa en su justa medida. Sí, me refiero a los precios que se pagan cuando se exagera en el uso de una virtud así.


Soy psicóloga y hace años me especialicé en ciencia de la felicidad o psicología positiva.

Cuando me involucré en este enfoque, me llamó mucho la atención descubrir que uno de los elementos que más le resta felicidad a las personas es el perfeccionismo.

Dejame ponerte en contexto. Hay dos tipos de perfeccionismo: uno positivo que te ayuda a lograr metas y a hacer las cosas lo mejor posible y uno tóxico que está basado en una autoexigencia muy alta. El problema con la excesiva autoexigencia es que es sinónimo de poca autoaceptación.


Esto tiene relación con lo que te mencionaba al inicio porque, en otras palabras, el exceso de disciplina puede llevarte a la rigidez y con ello es fácil caer en el perfeccionismo tóxico.


¿Y qué tiene que ver esto con el hecho de no poder ser mamá?

Pues que observo que el perfeccionismo se manifiesta de diferentes maneras y en mi caso hizo más difícil aceptar el hecho de que no sería mamá. Aceptar que no tendría la vida perfecta color de rosa es complicado.


En mi caso, aunque mis padres nunca hicieron comentarios en los que ejercieran presión para que los ‘convirtiera en abuelos’, en el resto de mi contexto sí sentía cierta presión social que formó en mí una expectativa de cómo se supone que tendría que ser mi vida.


Recuerdo que cuando estaba en mis veintes se fue formando un ideal de que mi vida sería perfecta cuando fuera mamá. Desde que salí de la carrera, comencé a dar terapia a niños y recuerdo que muchas veces soñaba en lo hermoso que sería cuando llegara el momento de tener hijos y pasar tiempo con ellos platicando y jugando.

Más adelante, tuve oportunidad de trabajar como niñera en Alemania. Estuve a cargo de dos maravillosas niñas de 3 y 4 años y esa experiencia me hizo darme cuenta de lo mucho que disfrutaría cuando tuviera mis propias hijas.


Y después, cuando las circunstancias me impidieron ser mamá, me sentí muy frustrada por no poder lograr ese ideal.


Una de las consecuencias negativas del perfeccionismo es que te hace entender la vida en términos de todo o nada. Blanco o negro.

Recuerdo que yo pensaba “Si no voy a lograr mi vida perfecta en la que estoy casada, con hijos, un perro y un hogar repleto de amor, entonces no quiero nada” “Eso no es vida”.


El perfeccionismo nos lleva a idealizar la vida con base en estereotipos y no poder aceptar otra forma de vida porque equivaldría a fracasar. Uno de los temores más grandes de los perfeccionistas es fallar y que los demás se den cuenta.

Esta no es la única manera en que se manifiesta el perfeccionismo. Hace unas semanas platicaba con una participante de nuestro taller sobre este tema y me mencionó que en ella el perfeccionismo se manifestaba exigiéndole ser una “niña de 10”. Es decir, siempre había estado en el cuadro de honor, obteniendo metas profesionales y consiguiendo medallas en carreras de 10 y 25 km. En fin, muchos logros. Así que ante sus repetidos intentos fallidos por embarazarse, su perfeccionismo la torturaba. Tenía un juez interno que le decía “¿Cómo es posible que esto no lo puedas lograr?”.

Así es, el perfeccionismo se convierte en un obstáculo porque nos impide aceptar la realidad. ¿Te ha pasado? ¿Que te aferras a un ideal de vida y eso no te permite estar en paz?

No hay un antídoto inmediato para eliminar el perfeccionismo, sin embargo puedes empezar a dar pequeños pasos que te permitan aceptarte más como eres. Aceptar tus logros, alegrías, fracasos y desamores como parte de una vida completa. Experimentar miedo, celos, enojo es una señal de que estás viva y eres humana.


Aceptarte sin duda ayudará a que tengas una vida más plena.


Piensa en esto

¿Si yo me aceptara un 5% más?


Elige una de estas opciones:

  • Dejaría de obsesionarme tanto

  • Buscaría las cosas que me hacen bien

  • Aceptaría más a las demás personas

  • Los demás me aceptarían más

  • No tendría que ponerme a prueba constantemente

  • Tendría más calma


¿Qué pequeño cambio podrías hacer hoy mismo para aceptarte más?


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